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    El hilo que teje la vida

    Que las obras todas de los seres humanos tejen la vida y nos definen como pueblo es lo que, a lo largo de los ocho capítulos de este libro, Juan Luis Mejía nos demuestra con dedicación y minucia de relojero. Devela el engranaje y los vasos comunicantes que hilaron hechos, ideologías, movimientos artísticos, obras de arte, conflictos, amores, odios; destaca a personas únicas, fundamentales, que cada época aplaudió o ignoró y que hoy reciben en estas páginas un justo reconocimiento a su legado, que nos funda.
    Este trabajo que abarca un poco más de un siglo, desde 1820 a 1940, en una mirada de panóptico y también de rizoma, indaga, pregunta, escarba, ata, desata y deja que hablen los hechos para que esa “flor que se abre lentamente”, lo que sea nuestra cultura, emerja con sus luces y sombras, como lo declara el autor. De las luces el libro da cuenta de manera exhaustiva. Pero es en la disposición de las “paréntesis para la guerra” durante los años del siglo XIX, en donde se nos revela que las sombras que tendieron sobre el país los conflictos armados, con todo el horror y la crueldad de la guerra, también fueron motivo para la búsqueda de una identidad, para construirnos a partir de los conceptos de civilización y nacionalidad.
    En la construcción de lo que podemos llamar “lo nuestro” en Antioquia, Juan Luis destaca la influencia de algunas familias que, en los talleres de oficios, abrieron la posibilidad de otorgar formación para artesanos, y que dieron paso a la formación y el prestigio de varios de nuestros más ilustres creadores antioqueños en todas las manifestaciones del arte. Familias que conservaron esa tradición y esos conocimientos, de genración en genración.