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    La vaca púrpura | Seth Godin

    El mundo está cambiando de forma vertiginosa y, con este, las reglas del marketing. Las cuatro Pes y las viejas prácticas tan bien aprendidas durante años han dejado de funcionar por una sencilla razón: la saturación de los medios y de la mente del consumidor. Para que nuestro producto no se vuelva invisible en esta nebulosa de opciones debemos hacerlo extraordinario, diferenciarlo. Y nada más extraordinario y diferente que una vaca púrpura.

    Las vacas, después de ver una, o dos, o diez, son aburridas. Pero una vaca púrpura es algo que llama la atención, que obliga a pararse, mirar e incluso maravillarse. Es algo increíble, emocionante, diferente, algo que nunca se olvida. Y lo más importante, es inherente, es parte del producto desde su nacimiento o no lo es.